1.12.07

Algunos conceptos acerca del conocimiento

Aquí aparecen definidos algunos términos y problemas relacionados con el conocimiento, que se han ido explicando, o se explicarán, a lo largo de las unidades 2 y 3.

relaciones de ideas / cuestiones de hecho


Distinción que Hume establece entre las dos clases de enunciados que son objeto de nuestros razonamientos, o que pueden considerarse contenidos de nuestra conciencia. Las relaciones de ideas (relations of ideas) son los enunciados cuya verdad se conoce por simple actividad de la mente y son, por tanto, a priori, se fundamentan en el principio de identidad o no contradicción, se conocen por intuición o demostración, y su contradictorio es imposible; por tanto, son verdades necesarias. A este grupo pertenecen los enunciados de las matemáticas y la lógica.Las cuestiones de hecho (matters of fact) son enunciados que pueden ser verdaderos o falsos y su contradictorio o negación siempre es posible; por tanto, son verdades contingentes.
A este grupo pertenecen muchos enunciados de las ciencias y de la vida ordinaria, cuya verdad se fundamenta en el principio de causalidad, por lo que son a posteriori.


origen del conocimiento

Cuestión epistemológica tradicional históricamente suscitada para establecer los límites de la certeza que podía alcanzar el conocimiento humano en general, en una época en que la ciencia comenzaba a constituirse en modelo de conocimiento del mundo físico, tras haber hallado un método nuevo que desafiaba los planteamientos aristotélicos. René Descartes, que vivió inicialmente en un ambiente de escepticismo filosófico, fue el primero en preguntarse qué podía aceptarse como conocimiento verdadero. La regla metódica de considerar falso todo aquello que ofreciera la más mínima duda le llevó al racionalismo. Por tal se entiende aquella teoría del conocimiento que establece que sólo la razón es fuente u origen adecuados del conocimiento, y que la experiencia de los sentidos no puede constituir el punto justificado de partida para conocer. Por otro lado, es propio de la mentalidad racionalista considerar que la auténtica realidad es lo que se conoce mediante conceptos o ideas universales y necesarias del entendimiento; éstas se fundamentan en otras anteriores e innatas. La orientación opuesta al racionalismo fue el empirismo, surgido en Inglaterra en el s. XVII en una época de desarrollo material, industrial y comercial. John Locke establece sus principios clásicos. Su afirmación básica es que no existen ideas innatas, que el entendimiento antes de toda experiencia no es más que un papel en blanco y que todo conocimiento comienza en los sentidos (tabula rasa). No hay más fuente del conocimiento que la experiencia externa (sensación) o la interna (reflexión). Pensar no es más que combinar ideas, cuyo origen está en la experiencia. Las dificultades y limitaciones de ambas posturas, en especial del dogmatismo racionalista y del criticismo y escepticismo de Hume, propiciaron la vía de síntesis o de compromiso del apriorismo de Kant: el conocimiento comienza con la experiencia, pero no todo él proviene de la experiencia. El conocimiento es un proceso que comienza con la sensibilidad y culmina en el entendimiento; sin la primera, no habría objeto y, sin la segunda, no sería pensado: «Los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas». Lo que no proviene de la experiencia y, pese a ello, es conocido, son los elementos a priori de la sensibilidad y el entendimiento.

racionalismo

(del latín, ratio, razón) En general, actitud filosófica de confianza en la razón, las ideas o el pensamiento, que exalta su importancia y los independiza de su vínculo con la experiencia. En sentido estricto, es el «racionalismo moderno» el que, como corriente filosófica, nace en Francia en el s. XVII y se difunde por Europa, en directa oposición al empirismo, y que sostiene que el punto de partida del conocimiento no son los datos de los sentidos, sino las ideas propias del espíritu humano.
Las principales doctrinas racionalistas son la afirmación de
1) la existencia de ideas innatas, punto de partida (en el sentido lógico) del conocimiento,
2) el conocimiento es de tipo deductivo, como el que se da en las matemáticas.
La forma característica de argumentación racionalista excluye el recurso a la experiencia y al conocimiento que proviene de los sentidos, y se remite exclusivamente a la razón, a la claridad y distinción de ideas y a la suposición de que el buen pensar coincide forzosamente con la realidad: conocer es conocer por la razón.

empirismo

(del griego empeiría, experiencia) La doctrina filosófica que sostiene que las ideas y el conocimiento en general provienen de la experiencia, tanto en sentido temporal (el conocimiento nace con la experiencia) como en sentido lógico (el conocimiento se justifica por la experiencia). Quienes dan forma sistemática al empirismo son Locke (1632-1704), Berkeley (1685-1753) y Hume (1711-1776). A ellos se debe la versión clásica del empirismo, cuyos puntos fundamentales son:
1) la afirmación de que no existen ideas innatas y
2) que el conocimiento procede de la sensación, o experiencia interna o externa; de este modo afirma tanto la prioridad temporal del conocimiento sensible (el conocimiento empieza con la experiencia) como su prioridad epistemológica o lógica (el conocimiento requiere de la experiencia como justificación).
Los textos más fundamentales del empirismo clásico pertenecen a J. Locke, en especial a su obra Ensayo del entendimiento humano (1690). El libro I de esta obra es una crítica cerrada a la doctrina de las ideas innatas, tal como las entendían los cartesianos; no hay ideas innatas ni principios teóricos o morales. El entendimiento, antes de toda experiencia, no es más que una tabula rasa.

necesidad

(del latín necessitas, que procede de necesse esse, inevitable, necesario; la palabra latina corresponde al griego ananké, necesidad) Cualidad propia de aquello que no puede no ser ni ser de otra manera. Su contrario es la contingencia. La necesidad se aplica, propiamente, al enunciado necesariamente verdadero, o al que es imposible que sea falso.

necesario

En general, y según la definición tradicional de Aristóteles, lo que no puede no ser y cuyo opuesto es imposible, es decir, lo que es por necesidad. Más propiamente, un enunciado necesario es aquel que no puede ser falso, o que es verdadero en cualquier caso (necesariamente verdadero); su opuesto es el enunciado contingente.

contingencia

También llamada facticidad, se refiere a la característica de las cosas existentes, y que no existen necesariamente, y a las que pueden llegar a existir, puesto que no son imposibles.

clases de conocimiento

Hay diversas maneras de clasificar los tipos de conocimiento. Si «conocimiento» se entiende en un sentido amplio, como captación del objeto por parte del sujeto, se distingue, según el orden o nivel en que esta captación se produce, entre conocimiento sensible y conocimiento intelectual.
El conocimiento sensible es la simple recepción pasiva -desde un punto de vista epistemológico general- de los datos objetivos, o datos sensoriales, mediante la sensación, que supone la captación del estímulo adecuado para convertirlo en unidades más amplias y activamente integradas, que se conocen como percepción. Perciben tanto los animales como el hombre, pero la percepción humana está directamente relacionada con el pensamiento.
El conocimiento intelectual, que puede llamarse también pensamiento, es la captación del objeto mediante una imagen mental, normalmente llamada concepto. La recepción pasiva de la sensibilidad es ahora elaboración activa de los datos ofrecidos por los sentidos, a los que se unen los pensamientos. Sensibilidad y entendimiento, aparte de dos tipos o niveles de conocimiento, son también «fuentes del conocimiento», y no fuentes independientes sino integradas, en el hombre, en un mismo proceso del conocer: «sin sensibilidad ningún objeto nos sería dado y, sin entendimiento, ninguno sería pensado. Los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas».
Se distingue, igualmente, entre conocimiento a priori y a posteriori. El conocimiento a priori puede entenderse como independencia, o precedencia temporal, respecto de la experiencia, o como independencia lógica, es decir, validez del conocimiento independientemente de la experiencia. El racionalismo sostuvo este tipo de a priori temporal con su teoría de las ideas innatas. En general, puede decirse que, desde Platón, cualquier proposición necesaria, conocida por el entendimiento independientemente de la experiencia, es una forma de a priori. Kant sostuvo la necesidad del a priori lógico, como forma del conocimiento, no como contenido primeramente conocido en el tiempo, sino como justificación de su validez: de su universalidad y necesidad.

a priori / a posteriori

(del latín «anteriormente» y «posteriormente») Desde el s. XVII, se aplica a dos clases distintas de enunciados, cuando se considera la manera como llegamos a saber su verdad. Son a priori aquellos enunciados cuya verdad se origina en la misma razón, mientras que son a posteriori aquellos cuya verdad procede de su concordancia con la experiencia. A priori significa, por tanto, con anterioridad a la experiencia, o independientemente de ella, no en sentido psicológico, sino en sentido lógico: no es necesario recurrir a la experiencia para conocer que un enunciado es verdadero. A posteriori significa con posterioridad a la experiencia. Los enunciados cuya verdad se conoce independientemente de la experiencia, por sólo la razón, son al mismo tiempo enunciados necesariamente verdaderos (no pueden ser falsos y su opuesto es una autocontradicción), mientras que los enunciados cuya verdad se conoce mediante el recurso a la experiencia son enunciados contingentemente verdaderos (pueden ser falsos y su opuesto es igualmente posible).
Así pues, lo necesario puede conocerse a priori, mientras que lo contingente sólo se conoce a posteriori. No es necesario recurrir a la experiencia para saber con certeza que «si alguien es soltero, entonces no está casado», basta con conocer sólo el significado de los términos, mientras que para saber si hay «solteros infelices» es necesario recurrir a los hechos.


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