5.12.07

Galileo Galilei

Recogiendo la herencia de Copérnico, y sumándole las aportaciones de Tycho Brahe y Kepler, enuncia y sistematiza la teoría heliocéntrica, que no será autorizada por la Iglesia católica hasta un siglo después, en 1757, aunque su aceptación explícita no llega hasta el siglo XX.
En los Diálogos sobre los dos grandes sistemas del mundo, Galileo somete a examen a la teoría aristotélica, confrontándola con la copernicana. Lo hará a través de varios personajes que discuten sobre la cuestión a lo largo de cuatro días. Estos personajes son:
-Simplicio, representando a la teoría de Aristóteles
-Salviati, representando a la teoría copernicana actualizada por Galileo
-Sagredo, participante supuestamente imparcial que acabará por decantarse por el copernicanismo
El libro se divide en cuatro capítulos, correspondientes a las cuatro jornadas de discusión:
-en las tres primeras, Galileo se dedica a demostrar que, a partir de los fenómenos físicos que se dan en la Tierra, no es posible deducir el reposo o el movimiento de ésta. Esto es lo que se ha llamado el principio mecánico de relatividad: en dos sistemas distintos, estando uno de ellos en reposo y el otro en movimiento uniforme, los fenómenos físicos se producen de la misma manera, porque todos los elementos del sistema comparten el movimiento del sistema de referencia. Esto es de máxima importancia, porque puede así Galileo refutar los argumentos aristotélicos contra el movimiento de la Tierra: si la Tierra se moviera, decían los antiguos, lo notaríamos, los pájaros siempre se quedarían atrás en su vuelo, una piedra que cayera desde los alto de la Torre de Pisa no caería a su pie, sino más atrás (puesto que la Tierra habría avanzado mientras esos objetos están en el aire). Galileo demuestra cómo la piedra caería al pie de la torre estuviera la Tierra en reposo en movimiento, con lo que inutiliza tales argumentos.
-en la cuarta jornada, sin embargo, contradiciendo en cierto modo lo concluído en las tres primeras, pretende haber hallado la explicación de las mareas en el movimiento terrestre, teoría completamente falsa.
Los aristotélicos acusan a Galileo (Salviati, en los Diálogos) de no hacer experimentos para comprobar su teoría. Sin embargo, ellos tampoco los han hecho. Pero hay una diferencia: los aristotélicos no los han hecho por creer ciegamente en el dogma eclesiástico, mientras que Galileo puede esperar para hacerlos porque ha descubierto el método científico de la Modernidad: el método hipotético-deductivo. En este método, antes de la observación y la experimentación, el científico crea una teoría (que a partir de Galileo estará expresada en lenguaje matemático) que antepone a los hechos, es decir, una explicación plausible de los fenómenos que después intentará “encajar” en ella, o lo que es lo mismo: los verá a través de ella. Antes de la experimentación, por tanto, es necesaria una hipótesis que nos permita luego dar sentido a los sucesos. El experimento será, finalmente, nuestra aplicación de la teoría a la experiencia, para comprobar su validez.
Así, Galileo es científico, al modo de los presocráticos, por enfrentarse al dogma y preguntarse autónomamente por la verdad, y científico moderno, además, porque inaugura la Era Moderna con su nueva manera de hacer ciencia, estableciendo unas condiciones ideales desde las que “deduce” lo que ha de ocurrir en la realidad.

Aristóteles vs. Galileo

-en la física aristotélica, el espacio y la materia tienen cualidades: hay UN centro del mundo (luego un punto se destaca sobre los demás, y en torno a él todo se ordena), y los distintos elementos tienen características propias (se mueven, dependiendo de su pesadez o ligereza, por sí mismos, hacia sus lugares naturales). El mundo moderno des-cualifica el tiempo, el espacio y la materia (todos los puntos del espacio y del tiempo son indistinguibles, y la materia sólo se tiene en cuenta por sus cualidades mesurables)
-se rompe la barrera entre el mundo celeste y el terrestre: los mismos principios explican todos los fenómenos.

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